lunes, 17 de agosto de 2009

Paseo nocturno.



Casi a diario, sobre las nueve de la noche salgo con la bici a dar una vuelta.

Pictas mi buen perro me acompaña. Corre y ladra a mi lado los dos nos desahogamos.

Durante el paseo irremediablemente pienso, aunque no de la misma manera que lo estaba haciendo unos minutos antes..... me desahogo.

Normalmente y no se por que, pienso que me encontrare con alguien un antiguo amigo o amiga de la zona que no haya visto en un tiempo .

Llevo mas de 30 años viviendo aquí, así que son muchas las personas que conozco.

Tras pedalear un rato y abastecerme de tabaco y coca-cola en la gasolinera giro a la derecha entro en una gran avenida desierta del polígono industrial.

Camiones TIR aparcados a ambos lados de la calle, naves vacías, perros encerrados.

La luz es fría y reduce el espectro a grises extraños y fríos azules, del rojo  queda poco es mas bien la memoria la que define este y otros colores.

No hay silencio pero tampoco ruido mas bien un murmullo maquinal y constante. todo esta vacío.

Giro al final de la calle y abandono el polígono... en parte. 

Me enfrento a kilómetros de campos baldíos. abandonados a causa de la especulación inmobiliaria también por lo antirrentable que es su explotación.

Agricultores viejos, agricultores muertos.

Un agradable viento fresquito sopla desde la oscuridad de estos campos.

Viento que transporta olores.Viento que me transporta en el tiempo.

No estaba el polígono y se cultivaba el arroz,

-¡Ahí, donde la chatarra había una era!-

Yo ya la conocí abandonada, con sus casetas y sus pozos medio en ruinas. vestigios de una posguerra agrícola y republicana.

Dos grandes trilladoras coronaban la entrada. Construidas en madera y pintadas de un rojo que se había convertido en rosa desvaído por el sol y la lluvia.

Al acabar el verano las veía pasar desde el asiento trasero del coche de mi padre se me hacia un nudo en la garganta.

Al día siguiente el colegio el bullicio, responsabilidad y presión. y lo que mas me dañaba... la falta de libertad y la rutina diaria.

Pictas se esta bañando en una acequia de riego me mira con las orejas plantadas y se tumba en el agua, mira y bebe.

Aromas  a menta y anís me llegan de ahí delante, cada vez esta mas oscuro y el polígono el pueblo mi casa son ya pequeñas luces..Lejanas, extrañas, dañinas. 

Tarde o temprano será hora de volver, de salir de este lugar al que amo y el cual aun conserva algo de lo que un día fue...... marjal pantanosa y salvaje. 


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